Otros
se plegaron a la revuelta y ayudaron en la lucha guerrillera contra las
autoridades. Al principio los judíos leales se encontraron en penosa desventaja
debido a que sus enemigos arteramente elegían el sábado para las
confrontaciones militares, día en que su escrúpulo religioso impedía a los
fieles combatir.
Matatías
y sus hijos, empero, animaron a sus seguidores a responder a la fuerza con la
fuerza. Era mejor violar unos pocos sábados ahora y tener algunos para observar
en el futuro, que morir sin resistencia a manos del enemigo.
Matatías
fue pronto reclamado por la muerte, pero su hijo Judas Macabeo (Martilleador)
asumió el mando y demostró ser excelente líder, hábil y osado.
Gradualmente
los judíos se hicieron lo suficientemente fuertes como para pasar de la lucha
guerrillera a la batalla campal con fuerzas de buen tamaño, y pudieron tomar
control de Jerusalén, con excepción de la ciudadela que estaba bajo el control
de una guarnición siria. El santuario fue purificado y rededicado, un evento
conmemorado aún en la época del Nuevo Testamento (Jn. 10:22-23).
Rivalidades
internas en Siria debilitaron el esfuerzo contra los judíos, de modo que el
general Lisias consideró expediente conceder libertad religiosa y retirar sus
fuerzas en vez de tener que hacer guerra en dos frentes. Esta era la meta por
la cual habían luchado los hasidim.
No vieron sentido en continuar la lucha,
estando dispuestos a aceptar la dominación política siempre y cuando pudiesen
mantener las costumbres del judaísmo como sus padres lo habían hecho. Pero los
líderes Macabeos tenían aspiraciones de independencia total, así que la lucha
continuó sin la ayuda de los hasidim.
Judas
apeló a Roma por ayuda, y se concluyó un pacto obligando a cada parte a ayuda
mutua en tiempos de guerra, pero redactado de modo tan elástico que Roma no
quedaba comprometida en este conflicto. No obstante los romanos expidieron
órdenes a Siria de dejar a Judea tranquila, pero la comunicación llegó
demasiado tarde para salvar a Judas y a muchos judíos que perecieron con él en
Elasa.
Este revés no fue fatal para la causa judía
en razón de que lo sirios no fueron capaces de proseguir su ataque. Además de
las amenazas de Roma, debilidades internas y problemas de sucesión al trono
mantuvieron los recursos de Siria tan abrumados que no había posibilidades de
efectuar una campaña que aplastase la resistencia judía. Jonatán siguió a su
hermano Judas como líder del movimiento por la independencia.
El hasta logró usar fuerza militar fuera de
Judea, además de reprimir al grupo pro-helenístico dentro del país. Bajo su
hermano Simón, que le sucedió al liderazgo, los judíos lograron su
independencia política. Esta fue concedida allá por el año 143, y la nueva era
estaba destinada a continuar durante más o menos ochenta años, hasta que los
romanos, a su vez, lograron obtener un fuerte asidero en el país.
Por
el momento Roma reconoció al estado independiente de los judíos sin interferir
en sus asuntos.
Mientras
tanto Simón fue declarado, en una asamblea legal del pueblo, sumo sacerdote,
líder militar y gobernador civil "para siempre hasta que apareciera un
profeta digno de fe" (Biblia de Jerusalén).
Este lenguaje es interesante porque demuestra
un reconocimiento de que este arreglo era provisional, y que se debía a la
ausencia de un representante de Jehová. La voz del testimonio profético había
cesado.
Nuestro propósito no requiere una
consideración de los reinados de los diferentes gobernantes asmoneos, más allá
de notar ciertas debilidades que viciaron este período. La alianza con Roma
estaba muy poco de acuerdo con la enseñanza del Antiguo Testamento respecto a
la suficiencia de Dios como refugio y fortaleza de su pueblo.
Tampoco se hizo ningún esfuerzo sincero por
ganar al elemento pro-helénico que permanecía en el país. Por el contrario,
esta gente fue tratada con severidad y quedó permanentemente alienada de la
causa de los triunfadores.
Hubo además una extraña inconsistencia en
la política de imponer el judaísmo por la fuerza sobre aquellos que estaban
fuera de Judea, como sucedió en Idumea, en especial al venir esto de un pueblo
que había experimentado en carne propia la amargura de la persecución religiosa
no mucho tiempo atrás.
El
poderío militar fue mantenido por el uso de tropas mercenarias, las que
ocasionalmente fueron usadas aun contra los mismos judíos. Es así que esta era
fue algo menos que una época de oro, pese a la libertad de dominación foránea
de que se gozaba.
1. Gráfica en una
línea de tiempo hitos importantes ocurridos desde el periodo persa hasta el
periodo egipcio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario